Nos estamos volviendo Frankenstein
Mientras estaba haciendo la fila para entrar en Korea, me puse a mirar. Éramos tan heterogéneos y diferentes.
Y abrí Instagram y me apareció Luli Salazar.
Una cosa llevo a otra y escribí este texto:
Queremos la piel de las koreanas
Queremos las tetas de las alemanas
El culo de las latinas
Los labios de las africanas
El pelo de las escandinavas
La flacura de las japonesas
Vemos otras cosas y queremos lo más lindo que tienen.
Queremos volvernos un conjunto de lo mejor de cada fisionomía.
Desarrollamos Botox para tener la piel de las koreanas
Creamos siliconas para tener las tetas de las alemanas
Ejercicio muscular para tener el culo de las latinas
Inyectamos hacido hilaurionico para tener los labios de las africanas
Creamos decolorantes y tinturas para tener el color de pelo de las finlandesas y operaciones para tener su nariz
Nos morimos de hambre para tener la flacura de las japonesas
Sin darnos cuenta nos volvimos pequeños Frankenstein.
Creyendo que ahora somos más bellas, “potenciamos” nuestra belleza agregando eso que nos gusta tanto del cuerpo que no tenemos.
Haciendo que esa cosa especial que trae tu cuerpo, ese detalle que se resalta y le da sentido al todo, se vuelve sólo un agregado más.
Sacamos de contexto las cosas sin tomar el contexto que le corresponde